martes, 23 de abril de 2019

FERNANDO CUADRI (Ad infinitum)


Escribir de la persona que les voy a escribir no es fácil. Se pueden haber pasado mil horas con el ganadero y la persona en el campo, se pueden haber asimilado mil y una lecciones del toro, de su vida, de su crianza, de su cuido, de su selección... Se puede haber compartido muchos triunfos y muchos fracasos al lado de un estribo vaquero y con aromas de sudor equino tras una faena con sus toros, en la intimidad del templo del bravo como es Comeuñas. Pero no es fácil escribir sobre Fernando Cuadri. A ver quien es el listo de resumir en cuatro letrillas lo que es una inmensa persona y un excepcional ganadero del que he tenido el privilegio, no solo de aprender lo poco que sé del toro, sino de intentar adquirir una filosofía de como andar por la vida con la cabeza alta a base de humildad y respeto. Asumido lo tenemos querido amigo destino, de que jamás llegaremos a tal escalón, pero tiempo me quedará seguro para seguir aprendiendo.

Realmente no sé si la entrada llega a tiempo o por el contrario llega con años de retraso. Quizás le hubiese tenido que agradecer a Fernando todo lo que ha hecho por mi persona hace mucho tiempo, tanto como desde que empecé a recorrer cercados en Comeuñas subido a aquel Land Rover verde en compañía de su hermano Luis, que para mi ha sido el ganadero mas grande que ha dado este país (y que me perdone el bueno de Fernando). Hace casi un mes que tengo guardado el borrador de la entrada, pero ayer se precipitó la noticia a través de Aplausos de que Fernando había dejado la ganadería en manos de su hijo Tino y sus sobrinos Fernando (hijo de Juan Cuadri) y de Luis y Antonio Abad (hijos de Luis Cuadri). Muchos fueron los whassaps y las llamadas que llegaron ayer desde todas partes, no solo por el alcance del paso al lado de Fernando, sino por la tercera generación de ganaderos. A todos/as le dije lo mismo: que la ganadería se quedaba en las mejores manos posibles. Todos vienen del mismo tronco común y han mamado de la misma filosofía. El toro de Cuadri está asegurado tal y como lo hemos conocido en tiempos de D. Celestino y D. Fernando Cuadri.


Me cuesta muchísimo ponerle delante el "D." a un hombre como Fernando. Quizás debería ponérselo, pero la sencillez y la cercanía que siempre tuve, tanto con la persona como con el ganadero, hacen que me suene hasta raro. Perdóname Fernando. Hablar de Fernando Cuadri es hablar de CASTA, así en mayúsculas, de TORO BRAVO. Es hablar de honestidad consigo mismo y con la filosofía que un día D. Celestino les legó a el y sus hermanos. Es hablar de una transparencia y sensación de libertad tan grande como la que tienen sus toros en los cercados de Comeuñas, libres de fundas y ataduras que les impidan hasta matarse cuando quieran. Libre para no mandar una corrida a Madrid porque cree no tener toros en esa camada que tengan la presencia que merece esa plaza.  Libre para no caer en ataduras de exigencias del sistema, aunque luego el palo del ignorante caiga siempre en la misma espalda. Libres el y sus toros, que luego saldrán como la vaca que los parió pero honestos como la mano que les mece  la cuna.

Hablar de las lecciones que cualquiera pudiese recibir de Fernando a pie de campo es hablar de compases de sentimientos hacia el toro y la fiesta que se quedaran grabadas para siempre en el alma. Cualquier explicación de un ganadero como el o su hermano Luis es bálsamo para la afición, tanto para una tan decadente e incipiente como la mía, como para la de todo el que se quiso acercar para aprender de el. Cualquier duda a su lado tenía un paso fugaz y efímero por el tiempo, y su presencia (a veces solitaria) entre encinas y alcornoques repasando sus toros, hacia que se fuera completando cada vez mas las hojas en blanco de ese libro imaginario que empece a escribir un día llamado "pasión por el toro".  

Su retirada se intuía, se sabía... se duele. La noticia de su traspaso en el quehacer ganadero ha producido sin duda un sabor amargo, pero todos esos acordes que antes hemos hablado para nada serán nostalgia, porque Fernando sigue ahí. Aunque no esté en primera linea de combate, pero seguirá ahí. Escribía en una entrada hace poco que "me lo encontré una mañana calurosa de frente, bajando la cuesta del cercado de detrás de la casa. Me bastó con mirarle a los ojos para encontrar la respuesta. En el peso de los parpados de aquella mirada, curtida por mil batallas, por calor de las mañanas de estío y por el frío del duro invierno, se notaba el cansancio de la responsabilidad". Tras una conversación que se quedará para mi y para el (como siempre) su conclusión fue: Hay que seguir. Y tras verlo irse con el caballo, la duda que me rondaba por la cabeza era: Hasta cuando. Hasta ahora, tras 46 años siendo, junto a sus hermanos Juan y Luis, y una mayoral como José Escobar,  pieza fundamental de una vacada a la que la tauromaquia le debe mucho en este país. 

No voy a ser yo quien descubra a Fernando Cuadri. Entre otras cosas porque siempre tuvo su casa abierta para cualquier aficionado que quisiera conocer al toro. A sus toros. Porque Fernando ha sido capaz de bajarse del coche en un día de agosto, con 40 grados a la sombra, y sin tenerlo pensado, echar la montura a su caballo, y el solo acercarles los sementales a una familia que había venido de Madrid con toda la ilusión de ver al toro de Cuadri. Al final, el gran aficionado madrileño acabó soltando unas lagrimas al hablar con Fernando, y Fernando acabo soltando unas lagrimas al hablar con el gran aficionado madrileño. La vida y la pasión por el toro elevada a la enésima potencia.
Hubo una etapa en mi vida en que, por motivos laborales, todo se derrumbaba a mi alrededor, y los dos puntales en los que me apoyé fueron mi mujer y el toro de Cuadri. Sin saberlo, gracias a toda la familia Cuadri y a Fernando que me abrieron las cancelas de esa bendita casa, hicieron que no entregase la cuchara (moralmente hablando). En los bramidos de los toros que recorren los cercados de punta a punta, en la piedra de las tapias de Comeuñas, en su olor a matranto, en las sombras de sus encinas y alcornoques, en los juegos de los becerros con sus hermanos de camada, en los herraderos, en los tentaderos de vacas, en las risas con Gaspar, Melli y Joselito... en la vida diaria del hierro de la H captadas a través de un humilde objetivo encontré la paz y el sosiego que necesitaba. Lo fácil hubiese sido, como hacen otros muchos ganaderos, el cerrar las puertas de casa para guardar mil secretos. En su derecho están. Pero quizás la diferencia está en que aquí no hay secretos. 

Se nos echa a un lado (que no es que se vaya) un SEÑOR GANADERO de TOROS BRAVOS Y ENCASTADOS, porque no hay modas que puedan con las palabras casta y bravura. Un ganadero que siempre ha defendido la fiesta como dice mi admirada Gloria Cantero, como se debe defender: "Criando toros bravos". GRACIAS por la serenidad a la hora de enseñar el toro en su máxima plenitud en tantas y tantas lecciones a pie de campo. Gracias por mostrarnos a todo aficionado el olor a  Poleo y Comino o los colores y del Clavellino y el Crisantemo guardados en un Trastero repletos de casta, para que un Aventador como tu siguiese esparciendo la semilla de un toro de Cuadri durante tantos años. Ahora llega un nuevo ciclo ganadero que para nada se antoja Remendón de lo hecho, sino continuista de una filosofía. Porque antes que aventador, hay que ser Trillador. Una nueva generación con orgullo Aragonés, capaces de zurcir el Ribete a cualquier Tunante que quiera implantar un absurdo sistema moderno en los cercados de Comeuñas. Es lo que tiene el ADN Huelvano. Sin Miseria ninguna. Porque Fernando va a pasar de ser BrigadaREVISOR, que eso en esta casa y en esta tierra... Son palabras mayores.
D. FERNANDO CUADRI VIDES. GANADERO DE TOROS ENCASTADOS.

GRACIAS!!!!!!!!!!!!!!





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