Es lo que tiene meterse entre pecho y espalda todos los documentales de la 2, National Geographic, Odisea y Discovery Chanel, que te das cuenta de la cantidad de bichos que viven en ecosistemas que ni siquiera sabes que existen, la jartá de ñus que son capaces de zamparse los cocodrilos durante la migración o la competencia entre tigres y leones, que como diría Torrebruno, todos quieren ser los campeones. En uno de estos documentales, el otro día me vine a enterar que los cocos pueden flotar en el mar durante mucho tiempo hasta que este los devuelve a la arena de una playa vigen para que con el tiempo aparezca una bella palmera donde colocar su hamaca cualquier guiri. O la entada, un árbol que desprende sus semillas de unas vainas gigantes y las cuales pueden surcar mares para colonizar nuevas tierras. Me dije...¡coño, como Ponce!.
Muchos y muchas ya se estarán partiendo la camisa, como Camarón, pero me explico. A Ponce lo han criticado mucho, pero que nadie se equivoque, que al de Chiva no le han regalado nada. Además de jugarse la vida cada tarde que sale a un ruedo, durante veinticinco años han pasado por la tauromaquia muchos Zidanes y Pavones, y Ponce siempre ha estado ahí. Es un torero al que respeto muchísimo aunque no esté entre mis preferidos, y al que todavía le recuerdo alguna que otra tarde como aquella de un agosto de 2003 en Bilbao con Cartujillo de Samuel Flores, pero creo que con sus últimas declaraciones en una conferencia en Bilbao ha sido como aquel colgao que se le ocurrió tirar las semillas de camalote al Guadiana un buen día. Los de Extremadura me entenderán. En el panorama taurino actual, donde los tendidos son ocupados cada vez mas por publico (benditos ellos por otra parte) y no por aficionados, soltar eso de la "teoría del pico" es como decir a la audiencia de Gran Hermano que el muro de Berlín era un muro que dividía a América en dos partes, el norte y el sur. Una bomba de relojería vaya.
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La emoción siempre estará en la verdad y no en la estética |
Para los que hemos tenido la suerte o desgracia de disfrutar de Ponce, lo del pico no es nada nuevo. Gustará mas o menos, que para eso están los colores, pero como coincidíamos hace poco en Tendido de Sol (enlace click aquí), el problema no es que Ponce toree con el pico (que siempre habrá palmeros y detractores) sino que lo intente imponer como una nueva teoría del toreo absoluto como si se fuese el nuevo Pedro Romero del siglo XXI. Que no maestro ¡que no!, que una mentira, aunque se repita mil veces, nunca tendrá categoría de verdad. Como ejemplo las palabras de Enrique Martín, que torear sin el pico es imposible, pero que precisamente por eso, los que lo intentaron y además lo consiguieron son torero de una pieza y pasarán a la historia del toreo por eso y no por otros cuentos chinos.
Imaginemos por un segundo una escuela taurina, esas tan a veces criticadas últimamente, llevadas la mayoría de ellas por profesionales que vivieron otra época del toreo donde había mucha mas verdad que la actual. Donde se enseña a torear cogiendo el palillo por el centro, citando con la muleta plana, a dar el muletazo con la panza de arriba a abajo con la pierna adelantada y rematar el muletazo atrás por debajo de la pala del pitón. O al menos así debería ser que este debate es harina de otro costal. Pero imaginemos por un segundo que el que enseña dentro de unos años es Enrique Ponce con su teoría del pico y empezásemos a ver a chavales pasándose a un marmolillo allá por Cuenca y metiendo entre toro y torero al mismísimo Titanic. ¿Triste no?...pues al tiempo. Pero siempre nos quedará rezar porque chavales como los Ureña del futuro no asistan a las clases del Valenciano ni formen parte de la audiencia del Gran Hermano que se ha formado en torno a la tauromaquia 2.0.
Enrique Ponce con sus declaraciones se ha convertido en aquel coco o semilla de entada que una vez dejada caer en el mar es capaz de colonizar tierras vírgenes por muy intrusiva que sea su existencia. Que se ha quitado la careta haciendo publicas las vergüenzas de un toreo descafeinado dejando muy lejos aquellos tiempos intermitentes de Cartujillo. La semilla del pico puede hacer mucho mas daño que beneficio a la tauromaquia, privando al toreo de su única emoción: el darle al toro la opción de poderte matar en cada lance. Yo tampoco soy Pedro Romero, ni tan siquiera aficionado, pero sé lo que quiero ver y lo que no. A veces, solo a veces, también reflexiono y sé porque veo los toros desde el tendido y no desde abajo, entre otras cosas, porque el maestro Ponce los tiene mas cuadrados que yo. Se puede evolucionar en el toreo en muchas cosas, menos en su verdad. La emoción siempre estará en la verdad y no en la estética. Por favor, hablándole de toros a los que queremos aprender, los experimentos y las teorías...con gaseosa.