No quiero saber nada. No quiero ver nada. No quiero oir nada... pero a los pocos minutos de la tragedia ya se oían a las ratas gritar por las alcantarillas en busca de la carroña. Y quieras o no quieras, el vomito siempre te acaba salpicando.
Me da vergüenza de vivir en la sociedad que vivo, en la que la libertad de expresión se ha convertido, o confundido, con otra cosa totalmente opuesta para lo que se creó esa frase. Me da vergüenza escuchar como parte de esta sociedad en la que vivo se alegra y se regodea de la desgracia humana, de la muerte de una persona vestida de luces y del sufrimiento de su esposa, familia y amigos. Me da vergüenza que parte de mis impuestos financien a partidos políticos que abracen bajo sus alas a estos malnacidos, como cual gallina abriga a sus vástagos. Me dais asco. Y asco me da la justicia de este país que justificará en la puta libertad de expresión el que estos señores insulten y vejen la memoria de chaval de 29 años que ha muerto en un ruedo porque un toro le ha matado en el licito ejercicio de su profesión. Porque la libertad de expresión es una cosa y lo que estamos sufriendo estos últimos días en las redes sociales es otra.
A vosotros, a las alimañas que os alegráis de todo esto no os voy a dar el gusto de entrar en el insulto. Lo de alimañas tomadlo como un cumplido. Que Dios os perdone porque yo no lo haré para los restos. Pero tampoco os voy a condenar, que ya bastante condena tenéis con aguantaros vosotros mismos cada día cuando os levantáis y os miráis al espejo. Solo os falta sacar vídeos con banderitas de fondo y bajo el pasamontañas, porque lo demás lo tenéis todo. Subvenciones extranjeras de dinero, a-saltos a edificios públicos, profanaciones de tumbas y monumentos, y para colmo, la alegría de la muerte de los semejantes. Para mi ya sois banda terrorista en toda regla.
Pero insisto en que no quiero que corráis la misma suerte que Victor Barrio. Mientras el ha logrado ser recordado por todos en la historia de un país como hombre y como torero, vosotros moriréis el día que os llegue la hora solos y sin nadie que quiera reconocer vuestros restos. Ojalá os tarde mucho tiempo en llegar esa hora, porque como ya os he dicho antes, en vuestro propio existir lleváis la penitencia. Ha caído un torero y podíais haber aprovechado, porque con una sola gota de sangre de Victor Barrio hubieseis conseguido dar verdad y valentía a un ejercito de miles de cobardes como vosotros para saltar a un ruedo con el toro vivo e irse de frente a el para poder mirarlo a la cara de tu a tu.
Y así andamos, tragándonos el dolor por nuestros caídos. Mordiéndonos la lengua para no envenenarnos con el mismo licor de las víboras que se alegran de la muerte de un torero. Solo os deseo larga vida y espejos por toda la casa, para que cuando os veáis reflejados en ellos os deis cuenta del monstruo que un día trajo al mundo vuestra bendita y señora madre. Seguiremos tragando quina, ira y rabia entre la vergüenza y el asco de ese olor a mierda que dejáis cada vez que respiráis el mismo aire que la gente de bien. El no parecerme a vosotros es el único consuelo que me queda, pero el mas grande sin lugar a dudas: el salir de casa con la cabeza bien alta y descubierta.
Excelente reportaje, ignorar a los hijos de la nada, que Dios bendiga a Barrio y que viva la Fiesta brava...
ResponderEliminarGracias
EliminarEsta gentuza no merece ni el más mínimo respeto. Son lo mas parecido a los cachorros de ETA, son falsos, peligrosos, dementes, y lo peor de todo, tienen una doble moral que da asco. Lo mejor que podemos hacer es seguir llenando las plazas de toros, que la fiesta continúe. Abrazos
ResponderEliminarPues si Jose A.
EliminarUn abrazo
Te puse un comentario,pero se habrá perdido por cualquier resquicio de estos cacharros.
ResponderEliminarSimplemente ,enhorabuena.Es lo mejor , más sincero y sentido que he leído o escuchado sobre este penoso asunto.
Un abrazo