miércoles, 19 de septiembre de 2018

COMO NO TE VOY A QUERER...

Te conocí con pocas horas de vida, encamado en la hierba, mientras el resto del lote de vacas sesteaba a lo lejos con el resto de sus retoños. Yo apenas llegaba a la decena de años, y montado en el reposapiés de aquella vieja Vespa, comenzó para siempre aquella adicción al bravo. “Mira, ese becerrito es como tu toro de juguete José Mari” me comentaba mi padre. “Pero papa, mi toro de juguete es grande y tiene cuernos. Ese torito no tiene cuernos”. Mi padre sonreía ante aquella ignorancia lógica de aquel crio. “Vamos más adelante, que te voy a enseñar a sus hermanos mayores”. Y así aquella Vespa empezó a recorrer el camino entre Peregrin, el Partido y Comeuñas. A medida que avanzábamos, aquellos hermanos del becerrito iban creciendo. “¿Lo ves? -me decía mi padre- estos son más grandes”.  Y claro está, sin entrar en detalles de añojos, erales y utreros, fui conociendo incrédulo como aquel becerrito se convertiría en aquel hermoso animal. Como mi juguete. Era ver en unos pocos kilómetros como el gusano se convertía en una bella mariposa. Aunque si bella era la mariposa final, más bello era el gusano inicial. Cuando llegué a casa y cogí de nuevo aquel toro de juguete que me había acompañado desde pequeño, ya todo era distinto. Ya sabía la historia de donde venía aquel animal al que tanto veneraba.  Le debo tanto a aquel becerrito encamado…

Te conocí con pocas horas de vida...

...y me explicaron que llegarías a ser como mi juguete

Como no te voy a querer si has formado parte de mi vida desde que empezaba a gatear. Si te vi nacer y crecer en la dehesa al lado de mi casa. Si te vi mamar de las ubres de aquella hermosa vaca. Si te vi corretear por cercados jugando con tus hermanos de camada. Si te vi tragarte sin rechistar tu marca a fuego en aquel día de herradero. Si te vi empezar a imponerte en la camada por coger la mejor pila de pienso. Si a base de días, también fui viendo como entrabas en la “adolescencia” e ibas tomando aspecto de caballero. A tus hermanas las vi además arrancarse de lejos al peto y venirse arriba en la pelea, sabedoras quizás, de que de su casta dependería su futuro en la dehesa. Y las vi venirse arriba en la muleta poderosa de este u aquel torero para poder volver al cercado con una “S” anotada al lado de su nombre en el cuaderno de notas del ganadero. Como no te voy a querer…

Si te vi mamar de las ubres de aquella hermosa vaca...

...si te ví jugar con tus hermanos en aquel cercado

...te vi tragarte tu marca a fuego sin rechistar (Foto: Alberto Ariza)

...vi como ibas tomando aspecto de todo un caballero

...Y vi a tus hermanas ganarse la vida en la plaza

Y unos kilómetros más adelante en la vida te vi hacerte un buen mocete. Te vi reburdear por el cercado. Te vi buscar la sombra del viejo alcornoque. Te vi beber en los charcos y arroyos, como también te vi buscar el frescor de la tierra en las tórridas tardes de verano en aquellos regajos secos mientras el ganadero sacaba su libretilla de lotes para el año que viene. Como no te voy a querer, si vi como pasabas de adolescente a hombre a medida que las primeras aguas hacían crecer la otoñada que daban paso a un suave otoño y un frio invierno donde llegarías a ser como aquel juguete que mi padre me compró de pequeño: Un señor toro.

Te vi reburdear...

...te vi buscar la sombra del viejo alcornoque

...te vi beber en los arroyos

...y te vi buscar el frescor de la tierra en verano

Y a medida que aquella vieja moto recorría el espectáculo que deparaban los cercados bravos de la vida, llegamos a el último, donde los dos alcanzamos la plenitud. Allí estabas, altivo, desafiante…bello, y yo pasé de ir en el reposapiés de la Vespa a conducirla por donde creía que debía seguir. Es aquí donde de verdad empecé a comprender muy pocas verdades y muchas mentiras. Contigo. A tu vera. Mientras te enfrentabas a otros por la jerarquía que creías merecer, mientras te retirabas solitario, mientras te ponías coqueto de terracota, mientras vivías… me limité a observarte. Y sé que me observabas. A tu lado comprendí  que en este mundo nada es lo que parece, y lo poco que parece…al final se queda en nada. Te miraba en el bebedero y sabía que fuera de allí muchas veces no te dejarían ser tú. Es duro ver como a mi mejor amigo lo pisotean una y otra vez. Era (es) muy duro verte en el cercado y saber que este recorrido que hemos hecho juntos… no nos va a servir de nada. Eso si Paquito, el ver la cara de Diego cuando te tenía ahí cerquita es por lo único que merece la pena de verdad tantas mañanas de sueño y noches de insomnio.

Alli estabas, desafiante y bello
Mientras te enfrentabas a cualquiera por tu jerarquia...

Mientras te retirabas solo...

...y también te vi ponerte "coqueto" con la terracota

Ahora, cuando los alamares y el azabache me dejaron la espalda llena de cicatrices de puñaladas, seguiré estando ahí contigo amigo mío. Eres de lo poquito que me queda, y aunque muchos se hayan empeñado en tratarte como al último monigote de todo este tinglado...siempre seguirás siendo el rey. Seguiré volviendo a los primeros cercados que un día recorrí con mi padre, allá donde las parideras recobran la vida. Porque fuiste el primer juguete que un día tuve, aunque ahora muchos se empeñen en convertirte en un juguete roto. Pero te seguiré buscando. Te vi nacer, te vi, crecer, te vi buscar por encima de aquella tapia la complicidad de una vaca que un día te trajo al mundo, justo el día antes de iniciar tu partida (posiblemente) definitiva. Y te vi marchar una mañana fresca, volviendo la cara por última vez para despedirnos. Pero mientras me sigas volviendo la cara en cualquier cercado para buscar una mirada cómplice… ahí estaré. Como no te voy a querer…

Te vi nacer...

...y te vi crecer

Te vi buscar la complicidad de aquella vaca por encima de la tapia...

...y jamás olvidare la ultima mirada de complicidad

Pero mientras te sigas volviendo para mirarme en cualquier cercado...

...COMO NO TE VOY A QUERER!!!


AGRADECIMIENTOS

A todos aquellos ganaderos a los que estaré eternamente agradecido por dejarme disfrutar de mi pasión. A la familia Cuadri, D. Manuel Ángel Millares, D. Tomás Prieto de la Cal y D. José Luis Algora (Partido de Resina) y todo su personal de campo (Mayorales y Vaqueros) por el trato recibido siempre. A Alberto Ariza Moreno (El secreto de la Bravura) por prestarme esas fotos de un día de herradero. A Carlos Canalo y Victor Palmar por esos ratos de campo. A Enrique, Gloria, Isidro, Alberto, Fidel, Francesc, Jesús, Josema, Juan Antonio, Julián, Paco y Rodri. A todos… muchas gracias por dejarme siempre aprender tanto.

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