sábado, 11 de mayo de 2019

EL CRUJIR DEL SILENCIO

La hermosura de la sencillez. Esa sencillez comprimida en tan solo veinte muletazos en cada toro. Cuarenta en una tarde y dos estoconazos por derecho. Esa belleza efimera del toreo de Pablo Aguado ha sido lo que ha hecho romper el silencio maestrante en olés rotundos que quedarán sin duda para el recuerdo. Porque no es lo mismo un olé!!! que un bieeeennjjj!!!. Porqué esos olés en Sevilla salen de lo mas hondo cuando un pellizco te hace saltar del ladrillo visto en la Maestranza. Como antes, cuando todavía se olía en el ambiente a Romero. Pues así entró hoy Pablo Aguado por la calle Iris y salió por la puerta del principe camino de la Avda. de Colón, bordando el toreo del caro a orillas del Guadalquivir.

Lo de esta tarde de Pablo Aguado es la concepción del toreo. Así, sin mas. Que se dice pronto, pero que es el que se queda grabado en la memoria para siempre. Como aquella de Julio Aparicio, Juan Mora o Urdiales en Madrid. Sin alaracas, sin mantazos por la espalda y con el espinazo recto como un puntal de encofrao. Con la transparencia que da la sencillez del toreo puro de siempre, ese de enganchar en la Giralda, templar, mandar y soltar allí detrás en la calle Betis. Hoy si. Hoy la Maestranza, tan maltratada últimamente, vio torear de verdad a un chaval de Sevilla para poner en cuarenta muletazos, cuarenta, a todo el mundo en su sitio: a cada rey en su trono, cada fantasma en su castillo y cada payaso en su circo.

Buena corrida de toros de Jandilla, con tres toros (tercero, cuarto y sexto) encastaditos. Cierto es que Pablo Aguado se topó con el mejor lote, cumbre en toda la tarde, estuvo casi excelso. Verónicas cadenciosas con el capote, en incluso no dejándose ganar la pelea por un Morante algo mas "predispuesto" que siempre. ¿Saben que le faltó hoy a Aguado?... el tercio de varas de Pepe Moral y Juan Antonio Carbonell del otro día, al que quiero aprovechar la ocasión para felicitar a mi amigo y paisano por los dos puyazos enormes que recetó el pasado miércoles día 8 a un toro de Domingo Hernández. Pero eso de dejar la muleta puesta ahí delante para que los de Jandilla solo viesen trapo al volverse y tirar así de suave de ellos hasta atrás, acabar las tandas por debajo de la pala del pitón y ligar con el de pecho, que quieren que les diga... es muy complicado. Solo para mentes privilegiadas y sueño de todo pegapases. Que no es lo mismo mandar que acompañar la embestida en insufribles e interminables pases en redondo. Veinte muletazos por toro, veinte. Enorme Iván  García en dos soberbios pares al sexto de la tarde junto a otro de Azuqita.

Quizás se pueda mirar mas allá de las dos faenas para la historia del toreo de hoy en Sevilla. Quizás se podría ver la falta de renovación del escalafón actual con toreros como Aguado. Quizás le de la razón a mas de uno que el toreo de siempre es el que levanta a la gente de los asientos, y que con veinte muletazos como Dios manda se llega mas a todo el mundo que con 90 trapazos insoportables. Pa gusto los colores, pero que no se engañe nadie, que el garrafón deja mucho dolor de cabeza y nadie lo quiere. Eso si, cuando te han dado a probar el pata negra, que cuando no sabes lo que es eso... todo es garrafón y además del malo. Mientras los acordes de la marcha imperial le empiezan a llegar a Pablo Aguado, y mientras este decida irse o no al lado oscuro, al resto nos quedará el recuerdo de dos faenas de veinte muletazos cada una para la historia con dos estoconazos de Pablo Aguado en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Veinte!!!!!. Lo demás... casquería y garrafón.

Gracias Pablo. Gracias TORERO!!!!!


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