Despues de ver los tendidos de la Maestranza en esta última feria de abril, muchas reflexiones te vienen a la cabeza. Intento buscar causas y encuentro muchisimas de las cuales muchas de ellas desembocan en una figura en vias de extincion.
Recuerdos de mañanas frias de otoño, donde al despertar, la espesa niebla no te dejaba ver por la ventana que daba a la calle. Y esa persona, ese gran aficionado que se acerca a la cama y te decia: Anda hijo, levanta que nos vamos a ver los toros al campo... y te tomabas el pan tostao migao con cafe o leche, te vestias como podias y te montabas en la vieja tartana de papa para irte a ver los toros al campo. Caminos de polvo asentao por el relente y ese olor típico a humedad del ambiente. LLegas a el cercado y te bajas de la tartana... y ahí estaban, plenos de naturaleza.
- Mira hijo, ese negro está muy en el tipo de Madrid, o aquel coloraito es muy "Sevillano". Mira aquel "Gachito" que está apartao de los demás. Le habrán dao esta mañana pa´el pelo.
- ¿Que es gachito papa?. - Gachito es el que tiene uno o los dos pitones pegaditos a la cara. Ven que vamos a ver el cercado de los erales...
-¿Y que son erales papa?. - Pues los erales son los toros pequeñitos que tienen dos añitos...Y así aprendias lo que era el toro bravo, con clases magistrales teorico-practicas que iban cultivando a los pequeños aficionados. Y con el paso del tiempo, cuando el mismo camino levantaba el polvo veraniego, el olor de los hierros en la hoguera regaba la dehesa en dias de herradero, con sonidos de puertas de madera contrachapadas de los corrales donde se apartaban los becerros. Y tu padre siempre al lado.
Y luego todo eso se trasladaba a la plaza. ¿Porque te gusta mas este torero que otro papa? - Porque carga mucho la suerte ¿?. Ostias!! ¿y que es eso papa? - Pues eso es adelantar la pierna de salida del multazo hijo... Te quedabas con cara de tonto, pero ibas captando conceptos básicos. Que si esta fuera de cacho, que si la panza de la muleta... Y siempre una pregunta, un porque y siempre una respuesta como clase magistral. Y los padres pasarón muchos a abuelos y seguian muchos de ellos yendo con sus nietos a los toros, y se volvian a repetir tarde tras tarde esos porques y esas clases magistrales en los tendidos, esos que hoy estan vacios.
Hoy, los abonos de esos aficionados que desgraciadamente ya no pueden asistir a los tendidos se quedan vacios o simplemente son ocupados por nuevos aficionados que jamás pisaron esos caminos polvorientos o, en su defecto, jamás vieron un apartado en unos corrales de una gran plaza de toros. Nuevos aficionados que no saben lo que significa cargar la suerte o incluso sabiendolo le da igual que no se haga mientras el torero post-modernista componga a las mil maravillas y luego indulte a un marmolillo que fue de mentira al peto pero en la muleta fue y vino sin parar. Y lo peor de todo esto es que los pocos quedan de aquellos viejos aficionados, ya no se sienten motivados por seguir renovando sus localidades en la temporada porque lo que se oferta no llena lo suficiente como para poder seguir yendo a los toros y de paso saciar la curiosidad de sus retoños con sus preguntas y sus porques.
Ahora, la mayoria (que no todos) de los que asisten a los toros con sus hijos o nietos, que son poquisimos, se limitan a pedirle al crio que este pendiente del tio de las cocacolas para que no se le pase un toro siquiera sin tener el baso de JB lleno. Ya no hay explicación que valga de que es cargar la suerte. Para que, con que saque el pañuelo al que componga bien sobra. Y como le van a explicar que es darle el pecho del caballo y tirar el palo de lejos en la suerte de varas, si eso ya hace tiempo que dejo de existir.
Hace unos años tuve la fortuna de compartir una tarde de toros (en la Maestranza precisamente) con una persona que pertenecia a esta especie en extincion, el abuelo de un buen amigo. -Oye Marín, ¿te importa que mi abuelo venga con nosotros esta tarde a Sevilla?, es que es su 70 cumpleaños y quiero invitarlo.
-Importarme!!, pero si hoy estoy seguro que es cuando vamos a disfrutar de verdad. Y así fue, quizás de los dias que mas he aprendido de toros.
Era un cartel de preferia, sin figuras en el cartel y con una señora corrida de toros por delante (para no variar). Nada mas montarse en el coche le pregunte: ¿Lleva usted el pañuelo blanco?...
-Si, siempre tengo mocos... -Se me escapó una sonrisilla-. ¡Pero ya quieres sacar a un torero por la puerta del principe si todavia no hemos salio del pueblo! me encasquetó el bueno de Manuel. Los cuarenta minutos hasta Sevilla fueron inolvidables. Tardes de Manolete, tardes que a su vez su padre le habia contado de Joselito, el menor de los Gallos y de Belmonte. Y sin embargo cuando entramos en la plaza aquel señor se volvió todo silencio. Gorrilla campera calada hasta las cejas y ojos como platos pendiente de todo lo que pasaba en el ruedo. Aquel dia no sacó el pañuelo ni para limpiarse los mocos, pero si solto una frase que no me deja de retumbar en los oidos. Al hacer uno de los matadores de turno un desplante a un animal sin fuerzas, otro señor de mediana edad proximo a nosotros, clavel en la solapa y puro en boca solto aquel típico "Eso tambien lo hago yo". El bueno de Manuel nos miro a su nieto y a mi y nos dijo... "Esa frase es el principio del final de todo esto".
Por eso hoy, cuando miro a los tendidos y los veo llenos de hormigón no puedo dejar de acordarme de ellos. De que los caminos siguen ahí, con su polvo en verano y asentados por el relente en frias mañanas de otoño y primavera con olor a humedad. Las puertas de los corrales de las placitas de tienta ya no son de madera contrachapadas, ahora son de hierro correderas, pero nosotros y el toro seguimos aquí. Aunque ellos ya no esten, de nosotros depende el que esto siga siendo así. Tal y como nos lo enseñaron nuestros SÉNECAS.
P.D.: Esta entrada esta dedicada a mi amigo Enrique Martín y a su padre, ese gran aficionado que tanto dejó no solo a su hijo sino a todos los demas aficionados a traves del mismo Enrique. Va por vosotros y por ese gran aficionado como es D. José Olid, del que me he permitido el lujo de coger la frase del titulo de esta entrada.